YA VAMOS A LA MITAD

 




Y esto es un tema recurrente que seguirá siendo para los que quedamos aún, para los que queden, para los que sigan. ¡Cómo se pasa el tiempo! Se lo escuché a mi papá la vida entera, a mis abuelos, a... ¡A todos! 


Sin querer hemos pasado quince días de este último mes del año. El mes que en años pasados me hacía pensar o sentir o ambas cosas, que vendría algo totalmente nuevo después. Que la terminación de un año definitivamente cerraba un círculo que se volvía a abrir misteriosamente y mi mente podía ver en mi espacio imaginario, tonalidades obscuras, un reloj... Siempre un reloj con promesas nuevas, esperanzas nuevas, vida nueva. Sobre todo la ESPERANZA. Y muy dentro de mí había una danza de emociones, las que las  vivencias me dejaban, las que entretejía en mi siempre mundo fantástico (nada podría hasta este mi hoy sin mis fantasías). 


Eso no se va con los años, pero cambia. Todo en este mundo se transforma. La vida es movimiento, son cambios. Imposible la estaticidad en ningún aspecto. 


La ilusión bendita, ¡Que no se vaya nunca! Sin embargo, viene aderezada con montones de condimentos que van dejando las experiencias, el diario vivir. 


Puede uno darse cuenta de que sublimó aquello que no lo valía, que engrandeció cosas y seres sin que tuviesen las características necesarias, que fuimos nosotros quienes se las pusimos, que engrandecimos cosas, aumentando una dimensión que con el tiempo solamente pudimos ver en su exacta medida. Fue lindo, pero se paga un precio que a veces puede ser muy caro. Pero vale la pena, porque pintar el mundo de colores ayuda a vivir. Porque sublimar habla del alma y con eso basta. No es malo este despertar, y con los ojos bien abiertos poder darnos cuenta que fue bueno ser así, pagando el precio pero fue bueno.


Muchos temas, muchas cosas siguen ocurriendo sin importar las campanitas navideñas, el estruendo de esta época (que para bien o para mal cobra la mercadotecnia). Muchas cosas que uno intenta dejar en "pausa", aún cuando es difícil porque todo sigue, no se detiene. Pero algo hace que uno quiera darle a Diciembre un besito y un poquito de ternura, o mucha. Todos los meses tienen su belleza propia, pero Diciembre viene cargado de todo lo suyo. 



Yo no dejo de soñar despierta. Sigo creyendo que la luna es de queso. De nada me arrepiento. Sigo siendo una niña, ser madura no implica dureza. Sigo sintiendo. 

Comentarios

  1. Hola!!!
    Excelente, Maty. Gran sabiduría en tus letras, como siempre.
    La vida es cambio, transformación, y sigamos soñando.
    Un abrazo gigante 🤗
    +

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