INSENSATECES

               Para Maty,                  chiquitita


Un lujo que no podemos y debemos permitir, aunque lo que sentimos puede parecer una aberración. Un lujo la debilidad... Por instantes. La realidad es que son momentos y tiempos muy de a de veras y muy apabullantes cuando suceden.


La calma no asoma cuando estás ausente. Sin ti, la incertidumbre me hace su presa. No hay calma porque no estás tú. Si no te veo, todo es obscuridad. Adentro de mí todo es una revolución, el no saber de ti me pone mal. Sí, porque no sé si has de volver, porque no sé qué extraños pensamientos te apresarán.


Has sembrado en mí una ola de insensateces que me han convertido en lo que soy en este momento. ¡Por qué! Soy presa de ti. Estoy ausente de mí. 




Soy así tal cual la corteza de este árbol, sin una línea recta, sin el más mínimo espacio liso, buscando como una hormiguita un recoveco en donde pueda guardarme. 


¿En dónde estoy? 


No hay armonía porque todo confabula para que tu ausencia sea más pesada. Los días, las horas se vuelven más lentos. Es como si el tiempo se detuviera y se quedara así, como estancado, como si así fuese todo: lento, cruel, incluso podría congelarse esa imagen. 


Extraño es despertar si tú no me estás arropando con tu calor, aún a distancia. El espíritu puede más que el físico. 


¿Por qué desaparecí?


Y la calma, ¿Volverá alguna vez? Nuestros juegos son únicos y son nuestros. La vida comienza y termina en mis ansias. Más, no hay. 


¿Nos habremos engañado? O me habré engañado yo solita? 


      DIALOGANDO



"Vamos a ser felíces", decíamos. Y lo éramos, cual dos pequeñas en un solo cuerpo, jugando en el parque en una deliciosa tarde tarde infinita, con un latir de cielo y nubes que están allí haciéndonos compañía haciéndonos saber que todo está bien, que todo es bueno. Que eso, eso no acabará. La alegría que sentimos por dentro no se compara absolutamente con nada. Sí, así eran las tardes en el parque de pequeñitas, así eran las horas a tu lado: dibujadas de sonrisas y plenitud. ¿Recuerdas la experiencia en aquella fuente, empapadas jugando a nadar como pececitos? Era un paraíso. 


¡Todo esto es tan absurdo! Porque de lo bello, no puede salir un fantasma pegando una carrera. 


En eso te convertiste: en un fantasma corriendo tras un huracán intentando desaparecer a toda costa. Ni siquiera mi latido te regresa, ni el aroma del césped de las tardes de infancia. 



Este es el camino que construimos juntas: más tembloroso que un pantano. 


La calma vuelve cuando dejo todo eso. La calma que tú te llevaste, volvió cuando esfumé al fantasma. 


Sólo le pido a Dios, no perderme nunca más, jamás. 


Y, si ocurriese, de Su mano asirme hasta no poder más de SU AMOR,  ese amor que nunca falla. 



Pero amor, amor, no te vayas!  Sin mí, no soy nada. Me costó encontrarme, ME necesito. 






Comentarios

  1. Un diálogo que todos tenemos en muchas ocasiones, el miedo a perder ese niño que llevamos dentro, el miedo a la vejez, a la soledad, a no encontrarnos en aquella felicidad inocente, es un temor natural. Por eso no debemos olvidar que seremos lo que fuimos. A propósito aquí en España hoy es tu santo, muchas Felicidades. 🌹❤😘

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias Mar, aquí también es. Siempre me lo he festejado yo solita ☺️, es la primera vez que alguien me felicita, viva!
      Y... Sí, nos pasa a todos, cierto?

      Abrazos!!!

      Borrar
  2. Alguna ves se perdió mi niñito, fui a buscarlo al monte o entre las calles, no lo encontré. Se había refugiado entre mis sorpresas, desde entonces, camina de mi mano y mi sonrisa. Un abrazote
    .

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡Qué lindo! Y así nunca más se volverá a perder. Muchas gracias, un abrazo!

      Borrar
  3. El mundo de los adultos es complicado y la mayor de las veces estúpido, por eso conviene no renunciar nunca a la niñez que tuvimos.

    ResponderBorrar
  4. A veces nos perdemos a nuestro niño interno en la maraña de la los deberes y vida diaria. Y lo rencontramos de la forma mas inesperada. Te mando un beso.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias corazón, te mando a ti también junto con un fuerte abrazo 🤗

      Borrar
  5. Qué bonito Maty, estoy convencida de que si más gente intentara reconectar con su niño interior, el mundo sería más amable. Hermosa y entrañable entrada. Un abrazo.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Yo también lo estoy Ana, en verdad. Otro sería nuestro mundo. Abrazo abrazo!

      Borrar
  6. Sin lugar a dudas al niño hay que llevarlo con uno, es el que juega, es el que canta, es el que se asombra, es el que se encuentra en la aventura, es el que aparece en la sonrisa, en la risa libre, el que deja que lo acaricie el viento, el que chapotea en el agua, el que no tiene que fingir lo que no es, el que se sorprende a cada paso de la vida, si lo dejamos ser, un abrazo grandote

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡Qué bonito lo has dicho!
      ¿Sabes Themis? Sé que cada manera de pensar es respetable. Pero en este caso particular, sobre el niño interior, me alegra tanto que coincidamos! Un abrazo grande. ☺️🌹

      Borrar
  7. Hola, Maty, cuánto nos cuesta abrazar a nuestra niña interior, reconciliar ese pasado, amoldarlo al presente y fluir con la vida. Anhelábamos, de niños, ser adultos y ahora nos acordamos de que pensábamos que la vida iba a ser mejor y deseamos volver a ser niños. Qué contrariedades tiene la vida, pero ¿y si dejamos de acordarnos del pasado, lo aceptamos, lo abrazamos y fluimos con lo que el presente nos deja? Pues eso, una pregunta retórica que se convierte en afirmación solamente si nosotros lo hacemos.
    Un fuerte abrazo. :)

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡Hola Merche! Tú, irremediablemente y a costa de lo que sea, buscas el lado positivo. Chévere Merche. Creo que para vivir el presente, efectivamente hay que abrazar ese pasado porque nos conforma. Esto no significa regodearse en dolores inservibles, sino asumirnos cabalmente. Así, con todo limpio, podemos vivir este momento en que estamos. Un abrazo muy grande! 😚

      Borrar
  8. Hola Maty, un dialogo muy introspectivo, muy importante no dejar ir ese niño que llevamos dentro. Muy importante amarnos a nosotros mismos, nuestro amor propio, si hemos de ser dependientes que sea de nosotros mismos.
    Un fuerte abrazo🌹🤗

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola Mari! Mejor dicho, imposible. Sí, del amor propio parte todo lo demás. Ese pequeñito (a) que llevamos adentro que camine siempre y no "gatee", si lo amamos es amor del bueno, porque ahí está. Un gran abrazo para ti también.

      Borrar
  9. Maty, este texto tiene un temblor íntimo que atraviesa. No hay artificios ni grandes gestos, solo ese ir y venir entre la fragilidad y la memoria, entre lo que fuimos y lo que todavía duele. Me ha impresionado cómo ese “dialogando” se cuela como un susurro del pasado, como un juego entre dos voces que fueron una. Y también cómo acabas abrazándote a ti misma, sin soltarte más.

    Ese “me necesito” final es demoledor, Maty. Porque a veces cuesta tanto encontrarse… que cuando se consigue, ya no quiere volver a desaparecer.

    Un abrazo sincero, de esos que no se pierden.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡Hola Miguel! Describes de manera preciosa ese sentir de dos tiempos que son uno solo. Y tus abrazos nunca de los nuncas se me pierden y así mismito te mando otro gigante. 🤗🤗🤗

      Borrar
  10. ¡Hola Maty! Me ha encantado tu historia. Desde el principio, el texto te envuelve en una atmósfera de ausencia. La calma que no llega sin esa persona especial te hace sentir el vacío de la protagonista. Hay una desesperación palpable, pero también una especie de poesía rota que hace que no puedas apartar la mirada.
    La comparación con la corteza del árbol, rugosa y sin líneas rectas, es muy potente. Transmite esa sensación de estar perdida, de buscar un refugio imposible en medio del caos. Es como si la protagonista se sintiera fragmentada, sin un lugar donde encajar.
    Es como si el mundo entero conspirara para hacer que la ausencia duela más. Y luego, cuando habla de lo físico versus lo espiritual, se siente esa lucha entre la lógica y el corazón, entre lo que se ve y lo que se siente.
    La sección de “Dialogando” da un giro que me encanta. Ese recuerdo de la felicidad compartida, de las tardes en el parque, de la fuente y las risas, es como un rayo de luz en medio de la oscuridad. Pero justo por eso, el contraste con la realidad actual es más brutal. La imagen del “fantasma corriendo tras un huracán” es desgarradora, como si esa persona amada se hubiera desvanecido sin dejar rastro, llevándose consigo la alegría.
    El final es un canto a la esperanza, pero también a la lucha. La protagonista encuentra algo de calma al “esfumar al fantasma”, como si por fin empezara a soltar ese peso. La mención de Dios y el amor que nunca falla le da un toque espiritual que no se siente forzado, sino como un ancla en medio de la tormenta.
    Un abrazo.

    ResponderBorrar
  11. Maty, ¡qué lindo! Creo que a todos nos ha pasado, perder un poco ese ser que se maravillaba de todo, que aprendía ávido de todo, que disfrutaba todo. Conforme crecemos se va desmoronando, la sociedad nos encorseta en ropas ajustadas que no nos dejan respirar. Luego vamos haciéndonos grandes y viene a veces la amargura que dejan las dificultades, los sinsabores. Es crucial recobrar a nuestro niño o niña interior. Me gustó que nos hagas reflexionar sobre ello. Te imagino niña y me parece que eras muy linda y muy traviesa. ¿A que sí? Jejeje. Abrazo fuerte.

    ResponderBorrar
  12. Hola Maty, lo volví a leer en otro espacio en el tiempo, acompañado de ese piano que le da gran profundidad al momento y allí estaba ella esa precursora del juego incesante, del asombro, del no dejarse, del ser, del rebelarse frente a esas costumbres que hacen que por socializar oculte, deje de sacar para afuera lo que trae dentro, eso sí aprendiendo a hacerlo de una manera que cree belleza en cada paso, gracias, abrazo ultra grande con sabor a la sonrisa del niño, la que nace del alma. Themis

    ResponderBorrar
  13. Buenas Maty!
    Que bonito recordatorio. A veces creemos que crecer es dejar atrás ese niño interior, cuando en realidad es justo al revés: si lo perdemos nos desdibujamos un poco. Ese niño es quién nos enseña a asombrarnos, a jugar sin motivo, a sentir de verdad.
    Tal vez madurar no sea otra cosa que aprender a cuidarlo y darle un lugar, en lugar de silenciar su voz.
    Gracias por recordarnos que reencontrarse con el, es volver a casa
    Un abrazo amigüi

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Tus comentarios son muy valiosos, te agradezco mucho que estés aquí y me pongas unas líneas. Gracias siempre!

Entradas más populares de este blog

LUCES Y MÁS LUCES

LA MALDICIÓN DE LA TALA DE ÁRBOLES, CRUDA REALIDAD

ESPÍRITU INDOMABLE